No son pocas las personas que dicen que la comida que compran en el supermercado no tiene el mismo sabor que la comida natural a la que podían acceder antes. Incluso, hay personas que garantizan que los productos actuales no tienen la misma calidad, debido a todas las modificaciones genéticas y procesos químicos. Esto puede ser parcialmente cierto, y tiene un impacto en el medio ambiente, pero un huerto familiar no tiene por qué ser así.
La agricultura es una de las actividades que más huella de carbono deja en la Tierra. Bien sea por el uso de fertilizantes, o por los usos de combustibles en el transporte, la agricultura a gran escala puede ser muy contaminante. Ante eso, un huerto familiar es una gran ventaja que puede proveer alimentos de calidad, en comunión con el medio ambiente.
Tomar la decisión
Los huertos para consumo familiar no necesitan enormes extensiones de tierra. Desde jardineras hasta jardines verticales: todos ellos pueden convertirse en huertos pequeños, desde los que puedes obtener parte de tus vegetales y hierbas aromáticas. Para lograr eso, hay que tomar la decisión y proceder a comprar materiales y semillas.
Por otra parte, si cuentas con algún terreno o espacio al aire libre donde puedas sembrar, entonces puedes empezar tu pequeño proyecto de huerto, pero ya sembrando otro tipo de especies, como las rastreras melón, pepino y sandía, o pequeñas plantas de tomates y frutas. La elección de lo que vas a sembrar queda enteramente en tus manos, pero deberás considerar las condiciones de la tierra y el clima.